jueves, 12 de agosto de 2021

El mochuelo de Minerva

 

El mochuelo de Minerva

 

“En la vida lo principal es explicarse.

De la cárcel se sale vivo, de la guerra no.”

Viaje al fin de la noche

Ferdinand Celine

 

 

No hay una sola palabra en este mundo

que merezca quedar en la memoria.

Los hombres son de paso,

sus lenguajes

se extinguen, se bifurcan, se matizan.

 

Se fragmenta la vida en divergencias.

No ejerce Dios fuerza gravitatoria.

La realidad de ensueño enajenada

carece de sentido.

El sermón no trasciende a los espíritus.

El alma no consigue definirse

en su clarividencia.

 

Durante algún tiempo tendré

que seguir exorcizando blasfemias,

tirando del ovillo,

tratando mal de aparentar cordura

cuando toca vivir

y perder pista.

 

La poética agoniza a manu propria

Prescribiré su desengaño

a medida que lo recuerde,

con hebras sueltas o articulaciones

como si el ruido de mi voz

emitiera la música genuina

de huríes extenuadas.

¿Quedarán paraísos en el fuego?

¿Es posible reconocerlos

sin una dimensión retórica?

 

Flexiono y estiro mis vértebras

mientras me voy deshaciendo

con una desmesura truculenta

hasta la liberación de la heurística

e invado escuelas

con arte de fantasma emparedado.

 

 

 

 

 

 

La lechuza o mochuelo de Minerva: metáfora hegeliana sobre la filosofía.

Los oscuros peones del rey. Primera visión de Isaías

 

Los oscuros peones del rey.  Primera visión de Isaías

"Estoy harto de holocaustos de carneros

y de la grasa de animales cebados

no quiero más sangre

de toros, corderos y chivos

Oráculos. Primera visión de Isaías.

 

I-

Cuando

desampara el deseo a los peones,

y la cuerda que tensa la guitarra del Rey

se rasga,

enmohece la lírica del sordo y compañía,

cuando

se alzan en ejércitos en furia,

perdiendo los papeles en el toque de diana,

cuando el pozo de lobos de la guerra

simula un bache do esconder carneros

y el Magreb y la aurora se confunden

en un horizonte nebuloso

en sombras,

llegan los tiempos del oráculo:

los oscuros,

aquellos que ni rastro dejan en la arena,

los tímidos,

los hombres y mujeres de su Alteza y Señoría,

 

esa peonada jornalera,

harta de holocaustos

nutridos de la humana piel

de pequeños hermanos,

denegará al Pentágono sus órbitas terrestres,

y les dará venganza por mano propia:

 

Construyamos juntos el pesebre

en el rayo azul de sus embustes y caprichos.


Dulce sueño mío

 

Dulce sueño mío

 

Todo se ha ido esfumando.

De repente ha pasado el mundo

en su carroza de espejismo,

el mundo que ha cegado nuestros ojos.

El cielo está ahora gris de nubes tormentosas.

El ruiseñor bosteza

y trece rosas rojas

duermen

el infinito ensueño

de la resurrección.

La luna aletarga esta noche

con su tibieza de ángeles.

Presiento el paraíso

como una despedida de solteros,

donde bailamos juntos

y embriagados

la milonga del rastro perdido,

hasta que la aurora remonte el vuelo

del torvo amanecer.

La quemadura del tiempo

deshabitado y baldío,

angustia a quienes no han podido

subrayar el estribillo

con cuchillo de plata.

Nos vamos, ruinoso sueño mío,

¡Las horas que gastamos

sacando punta al lápiz!

La bruma, atribulado sueño mío.

Las tinieblas, el caos, la linterna,

el estereotipo de las escaleras.

El cochero está batiendo palmas.

La puerta, entreabierta,

No te alcanzo, perfumado sueño,

engañoso sueño,

la herrumbre de la aldaba,

el lagrimal herido, la cerradura rota

la zona escampada entre difuminados ocres,

las líneas paralelas, los relinchos lejanos.

Nos vamos,

dulce sueño mío.

Acaso

nos volveremos a ver

en un cruce de sórdidos andenes.

 

 

 

 

Se nos fue de las manos

 

Se nos fue de las manos

(canción)


Se nos fue de las manos.

Se nos fue de las manos.

Déjame que te explique

regando los geranios

con los ojos vendados;

déjame que te enseñe

por si sirve de algo.

Se nos fue de las manos

tratando de intentarlo

con los ojos cerrados

del jardín del verano

que es igual que en visiones

opacas por los años.

Se nos fue de las manos

como turbia calima

de vapores del agua;

cada línea fue escrita

-cada turbia calima-

me abstendré de citarlas.

Déjame que te explique

con los ojos hinchados

de ausentes maquinarias,

ceremonias sombrías,

cargadas de tormentas,

contra el sexo inflamado,

miradas atenuadas,

corazón hecho trizas,

opaco por vapores

del huerto de geranios.

Se nos fue de las manos

sin poder remediarlo.

Menudos promontorios

y nidos reaccionarios

huyendo de las nubes

cargadas de tormentas

en el triste escenario.

Me abstendré de citarlos.

cada línea fue escrita:

pordioseros de estado

peregrinando leves,

subiendo hacia las nubes

quisimos intentarlo,

masticando raíces

de contexto obligado.

Se nos fue de las manos

y todo lo perdimos:

el sexo, las raíces,

el lodo, las tormentas,

las nubes, los geranios.

Se nos fue de las manos.

Se nos fue de las manos.

Para salir al mundo

 

Para salir al mundo

 

Tuve que darme un poco de coraje

para salir al mundo y complacerlo.

A veces, la fatiga nos funda un horizonte

y dejamos caer en la mortaja

latidos que hemos visto escabullirse,

como avances nocturnos de películas

que solo han de pasar

en el canal antiguo del olvido.

Tuve que darme un poco de resuello

para salir al mundo y comprenderlo.

La anciana sombra del ayer moroso

se ha descarnado en velos y congojas

de inminencia futura e indispuesta

que admite estar ausente con aviso.

Aflicción del deseo

donde nada habrá sino nostalgia prescriptiva.

Las poetas del montón

 

 

Las poetas del montón

 

I-

Las poetas del montón;

las malas poetas poetisas,

pizarra y tiza en mano;

las Nada que decir,

sus obsesiones:

heptasilábicas, decimonónicas;

como una red que al humo no renuncia;

asediadas por el oscuro recoveco

de una crisis que no sufren;

se rejuntan juntitas a aplaudir

sus diablos azules, vetustos y sin brillo,

como indica el zodíaco

del diario de anteayer.

Entre copas de vino

y labiales baratos

se besuquean las mejillas

a diestra y siniestra.

La anchura de sus fugacidades

me descorazona.

Con temblores de gallinita clueca

me amedrentan.

Sus cuchillos cargados de jardines

y florcitas anticlericales

para un casamiento de punta en blanco,

asfixian los pechos de

los ángeles que invocan.

 

La constelación de la pausa

festeja su afonía.

El píloro manda resignación

ante la adoctrinada terquedad

del vómito que expelen.

 

Las de Barranco, siembran

una estética

de enfermedades que no existen

para ofrecer soluciones

que tampoco aportan.

 

Ohhh primer amor.

Cuanto insensato te denigra

con canciones que se arrugan

alrededor de tu mirada.

Quien ya no te quiere

nunca te ha querido.

 

 

 

II -

He forjado esta carta

desde la celda de mi aburrimiento.

Sin nostalgia del no ser

fui la chica del coro,

la empleada doméstica,

la manicura inerme,

la depiladora ciega,

la auxiliar contable

que calcula los milagros,

el porqué de los oyentes de poemas y cantares.

 

La he escrito porque sí,

para curar el tedio del domingo,

14 de noviembre del 2010,

la prisa de los lunes,

la maldición de Marte,

el cielo nebuloso de la actual primavera

que escasea/ que escarcea/

 

En el viaje de regreso,

mi tren no encontró el pueblo,

el pueblo se marchó

abatido, detrás de un viento seco.

Delirando

su enfado contra la barbarie,

se asentó en las orillas de la civilización.

Por su tronchada mente torpedearon

sueños de avenidas

en expedientes importados

por suntuosas pantallas panorámicas.

 

Ohhh primer amor.

Cuanto insensato te denigra

con canciones que se arrugan

alrededor de tu mirada.

Quien ya no te quiere

nunca te ha querido.

 

Lo peor de la inocencia es su belleza.

Lo mejor de la inocencia son los destripamientos.

 

Como dijo Juan Gelman

en su Mundar libro:

 

“Los pájaros cambian de vida

y preguntan lo mismo de siempre.”

 

 

III-

 

 

¿Me nombra todavía su alma en pena?

No se trata de una simple pregunta retórica.

Quisiera saberlo.

Miénteme urgentemente

con muchas oraciones de respuesta.

Por mensaje privado o correo manuscrito,

por carta sin timbrar, o como gustes.

 

Dime que Jeff Buckley

no se ha ahogado en el Río Wolf,

que es el río deyectado de la estepa,

del famoso erial, que me deshoja

y en su camino fatal

alguien va sembrando el mal...

 

Dime, por tierna analogía,

que Jeff Beck,

guitarrista de Yardbirds,

-esos pájaros del patio delantero-

no ha roto su guitarra en el Blow-up

de Antonioni

y que en esa cueva de Julio

nadie desesperó

por tener un pedazo de madera

para arrojar su rabia al fuego de las calles.

 

Menudos lobos esteparios

bien atados

en todos los corrales,

para que yo los recoja.

 

¿Los has visto en el Perú?

Me escribió steppenwolf,

el de la página porno

que gozaba tener sexo

como el bíblico Onán

del coitus interruptus,

mirando las fotografias

de Carmen de Las Delicias,

la famosa prostituta de la calle madrileña,

la Carmen de Bizet del triple equis.

Me ha escrito, te decía,

del otro lado del mostrador,

sin decir esta boca es mía,

con recelo,

callando para otorgar

su impotencia de toro en las corridas.

 

¡Qué Don Juan de la Cruz crucificado!

¡Qué ventisquero de hielo!

 

¿Me nombra todavía su alma en pena?

No se trata de una angustia casual.

Quisiera saberlo.

Miénteme con demagogia,

con muchas evasiones por respuesta.

 

Lo mejor de la inocencia es su belleza.

Lo peor de la inocencia son los destripamientos.

Versa y reversa.

 

Como dijo Juan Gelman

en su Mundar libro:

 

“Los pájaros cambian de vida

y preguntan lo mismo de siempre.”

 

El silencio enmudece la pasión

y la prolonga.

 

 

 

 

 

 

 

La silla vacía

 

 

La silla vacía

 

Una silla vacía

de voces y de guerras.

Una sombra chinesca,

deshilachada foja

que dibuja tu ausencia.

En el tiempo hay un sitio,

en el sitio una pena,

en la pena hay un cielo

donde brama la noche

en que encuentro tu nombre

en una silla ajena.

Hoy tu silla y mi silla

lloran la duermevela,

como dos adversarios

que perdieron la tierra.

A ramalazos

 

A  ramalazos

(como hago cada día)

 

Todos los días encuentro

cosas de mí desagradables

y prometo enmendarlas.

(Tengo 60 años y eso nunca sucede)

Hay gente que sufre pesadillas

y las quiere olvidar

o recordar,

según su médico o psicólogo de turno.

 

Mis pesadillas son reales.

Las padezco.

 

Inesperadas se filtran obsesivas.

De tan feas me abruman

porque pienso

que ya las descubrieron hace tiempo

quienes viven conmigo: mis fantasmas.

 

No haré una mención escatológica,

ni orden de prelación a ramalazos.

Dice la RAE:

(pocos textos tan bellos como los diccionarios):

 

Ramalazo:

Adversidad que sobrecoge y sorprende,

dimanada, (oh, dimanada)

por lo común,

de una culpa de la que no se sospechaba,

o por causa de alguien.

 

Mi karma está confeso.

Si me cruzas por ahí,

 

en cualquier sitio;

y no resistes reírteme en la cara,

te ruego discreción.

 

Si puedes, finge disimulo.

 

 

 

 

 

 

 

 

Tú y yo

 

Tú y yo

(versión libérrima de un poema de blogger anónimo)

 

Tú,

sí,

Tú.

Yo ahora

quiero hablar de la Luna,

con o sin prosodia,

en verso, afónica,

en porteño, en español,

en jerigonza.

Hablar de lo que quieras

como quieras,

cuando quieras;

decir

la Luna se ha enfadado

porque volqué la rosa de los vientos,

la rosa del jardín rosado,

el poema con sangre macilenta

derramada en hispánicas batallas.

 

Quiero poner la palabra tú

en cada uno de mis versos,

ser narcisista ante un espejo ajeno,

gozar por ser engreída entre tus brazos,

vanidosa, ridícula y hermosa,

hacer y decir todo aquello que ames,

lo que sea que odies,

qué más da,

creer en hadas, magas, brujos, sanadores,

en ungüentos, pócimas,

en trastiendas y en experimentos,

en falsas culebras, en dragones de oro líquido,

o pantuflas de lana,

creer en cualquier cosa,

con tal que tú me pidas que lo crea.

Hubo en otros tiempos,

leyendas y canciones

de guerrilleros descamisados

-¡Viva Perón, carajo!

Pero no eras tú quien rondaba esas murallas

pedestres y argentinas.

En tus gemidos decías Hola, princesa.

Comprenderás que el hábito no hace al monje

y la fortuna no está

dentro de un casino monegasco.

Mi criterio racional se enfurecía contigo.

 

Cuando tengas a bien

ser un republicano virtuoso,

por inciso,

ven a verme debajo de la parra,

tráeme un abanico adamascado

mas, no se lo digas a nadie.

Calla, por mi gloria y la tuya.

No es que mi voluntad

sea un viraje inapropiado

hacia tu vuelta,

es que esta noche estoy triste

y duele tanto.

 

 

José Francisco busca musa

 

José Francisco busca musa

 

José Francisco busca musa:

Una musa inefable, cariñosa,

que pueda proveerle alguna idea,

un tono, una canción, una apostilla.

 

José Francisco está ávido de fama,

le han sentenciado que ese es el camino:

usar una amazona y despreciarla.

 

Mil y una noches antes del entierro

del hombre que en la playa estaba triste,

buscaba alguna musa para amarla

con versos abundantes de falsías,

infértiles metáforas de labios

más dulces que las mieles

de un enjambre de abejas peoncitas

sin reinado y con zángano a la vista.

 

"Edad, no importa

Físico: tampoco

Estado civil, soltera, viuda o separada"

 

Desespera el plumilla que impotente

no encuentra una mujer que le responda,

pues nadie quiere ser objeto de minucias

y a ninguna enloquecen los aspectos de cabra

de antiguos desdentados

poetas que publican en la prensa,

su halitosis, sus músculos caídos,

sus rimas y sus ripios sometidos

por usos y costumbres, al voleo.

 

De modo que le he dicho: "Quijotito

José Francisco Mártir, malviviente.

No tienes una amante real y te atormentas.

Lo siento, no estás bien.

Vete al psiquiatra.

Lo único que puedo responder al mamarracho

que acabas de enviarme,

por medio de etiqueta y estampilla

de página de redes internautas,

a fin de remitirme a la aventura

de leer más de lo mismo,

es que el tedio que impartes con tu música

precediendo a Virgilio, al Dante, a Göethe

es un tedio anterior a la cultura:

El tedio de creer que a las mujeres

nos seducen palabras ignorantes,

que suenen en las bocas de rufianes

 y encandilen con torpe inteligencia

el ánimo que estalla en los sentidos.


Cronificas tu abulia y te corrompes

creyendo a pie juntillas,

sin dudarlo,

que tendrá interesadas tu petitio.

Y vuelves con tu hastío amarillento

si dos o tres idiotas

se sienten halagadas y adhieren a tu lista

de inservibles.

en espera de cantos de sirena,

que quiten la gangrena de sus noches.

 

En cambio, complacida sigo y veo

que un puñado de varias te ha augurado

que encuentres una musa

 

(una hembra, quizás,

han debido decirte),

ellas no, por supuesto,

y por nobleza han callado el insulto,

por la bella belleza

de seres delicados que no buscan ser fieras.

 

No es mi caso, por cierto, no es mi caso.

Yo llamo papanatas,

a esas zorras que envidian a las musas

y se ofrecen de carne de cañón,

con todo gusto.

Muy feas han de ser, o demoradas

del fuego del incendio crepitante, en la sangre

de las camas de amantes del invierno.

 

José Francisco, ensobro y no te enfades:

Tu prosa en un dechado de obviedades.

Es mala de cojones.

Es artera.

Podría gastar noches replicando,

especulando, aborreciendo,

amonestando

tu ignominia de cruenta iniquidad,

tu petulancia,

la jactancia con que ostentas tus medallas,

los diarios donde escribes,

el editor que te publica

y tanta y tanta mezquindad

en tu porfía,

que temo que las balas atraviesen

el cerco de la letra y la pantalla

se torne un cristal roto de bohemia

y me corte el aliento de un zurdazo.

 

Este mundo se está desmoronando,

por sordos como tú, por asesinos

de sueños, aspirantes

a ser Premio y Castigo de un genial escritor.

Vade retro. Piratas del as falto.

 

José Francisco, acabo y me despido.

Tu mail está incluido en tu cinismo

de arrobas y de lances.

Saludos a tu madre, si es que tienes.

Una firma virtual y un hasta nunca.

Nos vemos en el cielo o el infierno:

 

Atentamente tuya

Lu Folino