José Francisco busca
musa
José Francisco busca musa:
Una musa inefable, cariñosa,
que pueda proveerle alguna idea,
un tono, una canción, una apostilla.
José Francisco está ávido de fama,
le han sentenciado que ese es el camino:
usar una amazona y despreciarla.
Mil y una noches antes del entierro
del hombre que en la playa estaba triste,
buscaba alguna musa para amarla
con versos abundantes de falsías,
infértiles metáforas de labios
más dulces que las mieles
de un enjambre de abejas peoncitas
sin reinado y con zángano a la vista.
"Edad, no importa
Físico: tampoco
Estado civil, soltera, viuda o separada"
Desespera el plumilla que impotente
no encuentra una mujer que le responda,
pues nadie quiere ser objeto de minucias
y a ninguna enloquecen los aspectos de cabra
de antiguos desdentados
poetas que publican en la prensa,
su halitosis, sus músculos caídos,
sus rimas y sus ripios sometidos
por usos y costumbres, al voleo.
De modo que le he dicho: "Quijotito
José Francisco Mártir, malviviente.
No tienes una amante real y te atormentas.
Lo siento, no estás bien.
Vete al psiquiatra.
Lo único que puedo responder al mamarracho
que acabas de enviarme,
por medio de etiqueta y estampilla
de página de redes internautas,
a fin de remitirme a la aventura
de leer más de lo mismo,
es que el tedio que impartes con tu música
precediendo a Virgilio, al Dante, a Göethe
es un tedio anterior a la cultura:
El tedio de creer que a las mujeres
nos seducen palabras ignorantes,
que suenen en las bocas de rufianes
el ánimo que estalla en los sentidos.
Cronificas tu abulia y te corrompes
creyendo a pie juntillas,
sin dudarlo,
que tendrá interesadas tu petitio.
Y vuelves con tu hastío amarillento
si dos o tres idiotas
se sienten halagadas y adhieren a tu lista
de inservibles.
en espera de cantos de sirena,
que quiten la gangrena de sus noches.
En cambio, complacida sigo y veo
que un puñado de varias te ha augurado
que encuentres una musa
(una hembra, quizás,
han debido decirte),
ellas no, por supuesto,
y por nobleza han callado el insulto,
por la bella belleza
de seres delicados que no buscan ser fieras.
No es mi caso, por cierto, no es mi caso.
Yo llamo papanatas,
a esas zorras que envidian a las musas
y se ofrecen de carne de cañón,
con todo gusto.
Muy feas han de ser, o demoradas
del fuego del incendio crepitante, en la sangre
de las camas de amantes del invierno.
José Francisco, ensobro y no te enfades:
Tu prosa en un dechado de obviedades.
Es mala de cojones.
Es artera.
Podría gastar noches replicando,
especulando, aborreciendo,
amonestando
tu ignominia de cruenta iniquidad,
tu petulancia,
la jactancia con que ostentas tus medallas,
los diarios donde escribes,
el editor que te publica
y tanta y tanta mezquindad
en tu porfía,
que temo que las balas atraviesen
el cerco de la letra y la pantalla
se torne un cristal roto de bohemia
y me corte el aliento de un zurdazo.
Este mundo se está desmoronando,
por sordos como tú, por asesinos
de sueños, aspirantes
a ser Premio y Castigo de un genial escritor.
Vade retro. Piratas del as falto.
José Francisco, acabo y me despido.
Tu mail está incluido en tu cinismo
de arrobas y de lances.
Saludos a tu madre, si es que tienes.
Una firma virtual y un hasta nunca.
Nos vemos en el cielo o el infierno:
Atentamente tuya
Lu Folino