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jueves, 12 de agosto de 2021

José Francisco busca musa

 

José Francisco busca musa

 

José Francisco busca musa:

Una musa inefable, cariñosa,

que pueda proveerle alguna idea,

un tono, una canción, una apostilla.

 

José Francisco está ávido de fama,

le han sentenciado que ese es el camino:

usar una amazona y despreciarla.

 

Mil y una noches antes del entierro

del hombre que en la playa estaba triste,

buscaba alguna musa para amarla

con versos abundantes de falsías,

infértiles metáforas de labios

más dulces que las mieles

de un enjambre de abejas peoncitas

sin reinado y con zángano a la vista.

 

"Edad, no importa

Físico: tampoco

Estado civil, soltera, viuda o separada"

 

Desespera el plumilla que impotente

no encuentra una mujer que le responda,

pues nadie quiere ser objeto de minucias

y a ninguna enloquecen los aspectos de cabra

de antiguos desdentados

poetas que publican en la prensa,

su halitosis, sus músculos caídos,

sus rimas y sus ripios sometidos

por usos y costumbres, al voleo.

 

De modo que le he dicho: "Quijotito

José Francisco Mártir, malviviente.

No tienes una amante real y te atormentas.

Lo siento, no estás bien.

Vete al psiquiatra.

Lo único que puedo responder al mamarracho

que acabas de enviarme,

por medio de etiqueta y estampilla

de página de redes internautas,

a fin de remitirme a la aventura

de leer más de lo mismo,

es que el tedio que impartes con tu música

precediendo a Virgilio, al Dante, a Göethe

es un tedio anterior a la cultura:

El tedio de creer que a las mujeres

nos seducen palabras ignorantes,

que suenen en las bocas de rufianes

 y encandilen con torpe inteligencia

el ánimo que estalla en los sentidos.


Cronificas tu abulia y te corrompes

creyendo a pie juntillas,

sin dudarlo,

que tendrá interesadas tu petitio.

Y vuelves con tu hastío amarillento

si dos o tres idiotas

se sienten halagadas y adhieren a tu lista

de inservibles.

en espera de cantos de sirena,

que quiten la gangrena de sus noches.

 

En cambio, complacida sigo y veo

que un puñado de varias te ha augurado

que encuentres una musa

 

(una hembra, quizás,

han debido decirte),

ellas no, por supuesto,

y por nobleza han callado el insulto,

por la bella belleza

de seres delicados que no buscan ser fieras.

 

No es mi caso, por cierto, no es mi caso.

Yo llamo papanatas,

a esas zorras que envidian a las musas

y se ofrecen de carne de cañón,

con todo gusto.

Muy feas han de ser, o demoradas

del fuego del incendio crepitante, en la sangre

de las camas de amantes del invierno.

 

José Francisco, ensobro y no te enfades:

Tu prosa en un dechado de obviedades.

Es mala de cojones.

Es artera.

Podría gastar noches replicando,

especulando, aborreciendo,

amonestando

tu ignominia de cruenta iniquidad,

tu petulancia,

la jactancia con que ostentas tus medallas,

los diarios donde escribes,

el editor que te publica

y tanta y tanta mezquindad

en tu porfía,

que temo que las balas atraviesen

el cerco de la letra y la pantalla

se torne un cristal roto de bohemia

y me corte el aliento de un zurdazo.

 

Este mundo se está desmoronando,

por sordos como tú, por asesinos

de sueños, aspirantes

a ser Premio y Castigo de un genial escritor.

Vade retro. Piratas del as falto.

 

José Francisco, acabo y me despido.

Tu mail está incluido en tu cinismo

de arrobas y de lances.

Saludos a tu madre, si es que tienes.

Una firma virtual y un hasta nunca.

Nos vemos en el cielo o el infierno:

 

Atentamente tuya

Lu Folino